En busca del Hanko

El martes me volví a despertar a las 6:30 de la madrugada, tiene pinta de que todos los días me van a despertar a esta hora porque es cuando la gente de la habitación se empieza a levantar para irse a trabajar.

Me quedé un rato en el nicho con el portátil hasta que me entró hambre y subí a desayunar. El objetivo de hoy era sencillo: hacerme el Hanko, necesario para hacerse la cuenta bancaria porque hay que firmar con él.

Me dijeron que se tarda algo más de una hora desde que lo pides hasta que lo entregan, por lo que salí de casa sobre las 10 de la mañana, quería dejarlo pedido e irme a dar una vuelta por Kagurazaka.

Desde casa a la tienda de hankos eran 15 minutos andando por la calle principal de Kagurazaka, miles de tiendas y una gran tienda de maquinas y juegos de SEGA, además ese día era la graduación universitaria por lo que la calle estaba repleta de colegialas en yukata bastante monas.

Desde allí vine, calle de Kagurazaka

Llegué a la tienda de hankos y pedí el más cutre y barato que existe, pero para mi desagradable sorpresa no tardaban una hora, ¡Sino siete!, me dijeron que vuelva a las 5 de la tarde a por mi sellito. No podía estar tanto tiempo dando vueltas por una ciudad en la que no existen bancos para descansar un rato las piernas, osea que di una pequeña vuelta por las calles de ahí, comí udon por 300¥ en un pequeño restaurante en completo japonés y me volví a casa.

Quería haber ido al banco después de hacerme el hanko pero los bancos cierran a las 5 por lo que ya había olvidado la idea, estuve en casa hasta la hora de ir a recoger el sello, fuí directo a la tienda volviendo a cruzar la impresionante calle principal de Kagurazaka ya que es el camino más corto hasta la tienda, recogí mi hanko que me había costado 1800¥, y como en Japón ya está oscureciendo por esa hora y estaba cansado de tanto paseo decidí acabar mi día con la misión de obtener el hanko completada.